Sueño - Haruki Murakami
Como en otras novelas del autor, en esta no conocemos el nombre de la persona en cuya vida nos estamos infiltrando. Sabemos sin embargo, que es ama de casa, que esta apunto de cumplir treinta años, que su marido trabaja en un consultorio de odontología, que siempre bromea con el sobre lo guapo que es (ya que en realidad no lo es, pero tampoco feo, ni tiene una cara interesante, ella lo encuentra extraño e indefinible), que tiene un Civic, que nada diariamente aunque no le apasiona y que puede decir que es feliz.
Durante
sus años en la universidad sufrió de insomnio. Tomaba somníferos pero no conseguía conciliar sueño, pasaba el
día embotada y con la sensación de que "una fuerza titánica me había
sujetado firmemente al corazón de la vigilia”. Pero un día se acabó. Teniendo
esta experiencia nuestra ama de casa comprende perfectamente que lo que le
sucede ahora no es insomnio. No necesita dormir, no se siente cansada, de hecho
comienza a sentirse mejor que nunca. Todo comenzó una noche con una especie de
pesadilla. Vio una sombra materializarse , era un anciano con una jarra de
cerámica que se acercó a su cama y empezó a verter agua sobre sus pies. Ella no
podía moverse, la jarra no se vaciaba y la idea de que sus pies pudiesen
podrirse por el contacto con el agua asaltó su cabeza.
“Cerré los ojos y grité con todas mis
fuerzas.
Pero el grito no llegó a materializarse. La
lengua no logró hacer vibrar el aire. El grito se limitó a reverberar sin
sonido dentro de mi. Aquel grito mudo recorrió el interior de mi cuerpo, hizo
que mi corazón dejara de latir. Mi mente quedó momentáneamente en blanco . El
grito penetró hasta el último rincón de mis células. Dentro de mí, algo murió.
Algo se fundió. Como si fuera el destello de una explosión, aquella vibración
vacía calcinó de raíz la mayor parte de mi existencia.
Cuando abrí los ojos, la figura del anciano ya
no estaba.”
Lo
que se rompió en el momento era su conexión con la realidad. Llevó en secreto
que ya no dormía, se acostaba con su marido y, al rato salía de la cama.
Entonces empezaba su nueva vida, en la que volvía a leer por gusto, comía
chocolate, bebía brandy, conducía al puerto, nadaba mucho y en ocasiones
investigaba sobre lo que le había sucedido.
“En
uno de los libros encontré algo interesante. El autor decía que el ser humano,
por naturaleza, no podía escapar de una serie de propensiones individuales,
fijas, tanto en lo que se refería al pensamiento como al movimiento físico. El
hombre, de modo inconsciente, establecía unas inercias propias cuanto a la
acción y al pensamiento y, una vez establecidas, esas inercias no desaparecían
a no ser que ocurriera algo excepcional. En definitiva, que el ser humano vivía
encerrado en una jaula de sus propias inercias. Y era justamente la
unilateralidad de esas propensiones lo que el sueño neutralizaba. Es decir, que
el sueño compensaba esta unilateralidad, la subsanaba.”
Dado esto, la protagonista entiende
que la vida no es otra cosa que ser consumido por las inercias de uno mismo ,
más unas horas de sueño para contrarrestarlo. Decide que no quiere que le
subsanen nada que quiere que su espíritu le pertenezca enteramente a ella, y si
para ello no hay que dormir, pues no se dormirá. A consecuencia de ello
comienza a ser más fría con la gente que tiene alrededor.
“No me apetecía relacionarme con nadie. No
tenía charlas banales. Después de nadas hasta el límite de mis fuerzas, quería
volver pronto a casa y ponerme a leer sin perder un segundo. Iba a la compra
por obligación, hacía la comida, limpiaba la casa, pasaba el rato con mi hijo.
Hacía el amor con mi marido por obligación. Una vez que me acostumbré, no me
resultó difícil. Por el contrario: era muy sencillo. Bastaba con cortar la
conexión entre la mete y el cuerpo. Mientras mi cuerpo se movía a voluntad, mi
mente flotaba libremente por el espacio […] Aquello no era más que la realidad
[…] Era igual que manejar una máquina sencilla: una vez aprendías el modo de
empleo, se trataba solo de ir repitiéndolo.”
Recapitulando,
en este libro encontramos varios punto interesantes. Por un lado tenemos una
representación del limbo mencionado anteriormente, sería el momento en
el que la protagonista sufre parálisis del sueño, ya que es un estado
intermedio de la consciencia. Como elemento transformador durante esa
experiencia aparece una jarra de cerámica con agua, lo que abre un campo conceptual
muy sugerente a la hora de seleccionar los materiales para el proyecto
escultórico. Finalmente, hayamos tras
esa ruptura con la realidad , una nueva capa. Un espacio que esta anclado a los
aspectos cotidianos de la vida pero que va más halla. Que de una manera pasiva
trasciende.
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