El agua y los Sueños

         Otra de las lecturas que consulté fue la del filósofo Gastón Bachelard; El agua y los Sueños. El autor estudió cómo los diferentes tipos de imaginación se vinculaban a los elementos.  En el tomo dedicado al agua, analiza con detalle diferentes figuras de la cultura clásica, escritores, poetas, pensadores y obras de arte para cartografiar las maneras en las que se representa el elemento. Habla de lo superficial de quedarse en los destellos del agua, del espejo y Narciso, de los cauces del agua dulce, de cómo guarda paralelismos con la “masa”, de la muerte, la pureza, la maternidad, etc.

         Uno de los capítulos que a mi parecer complementa la lectura anterior  es el dedicado a las Aguas Profundas, que relaciona con el sueño tomando la obra de (Marie Bonaparte)  Allan Poe como guion para su propio análisis. Este fragmento presenta el agua como elemento transformador y como canal entre varias realidades.
 
         “¿Dónde está lo real-, en el cielo o en el fondo de las aguas? En nuestros sueños, el infinito es tan profundo en el firmamento como bajo las aguas. Nunca será demasiada la atención que prestemos a estas dobles imágenes como la de la isla-estrella, dentro de una psicología de la imaginación. Son como bisagras del sueño que, gracias a ellas, cambia de registro, cambia de materia. Aquí, en esta bisagra, el agua sube al cielo. El sueño le da al agua el sentido de la patria más lejana, de una patria celeste.”

          Aún así, sin duda las nociones más relevantes para llevar la teoría a lo escultórico están en          la introducción del ensayo, donde el francés admite dos clases de imaginación: la formal y la            matérica. Para él, la forma y los colores se encargan de seducir y es algo que se queda a un            nivel superficial. La materia, por otro lado, lejos de la belleza de las imágenes, muestra lo que          éstas ocultan, “la raíz misma de la fuerza imaginante”.

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